miércoles, 18 de abril de 2012

Nunca confíes en nadie, más que en ti mismo.


Todavía no hay mensajes en mi teléfono.


Suponía que él no me llamaría después de todo. No puedo culparlo, quizá me vi un poco desesperada anoche. Me había fijado en él desde antes que él me notara. Su brillante cabello negro y sus preciosos y poco naturales ojos azules. Seguro que yo no era la única mirando. Sus movimientos eran elegantes, pero de una manera masculina. Y su sonrisa… ¡Su sonrisa!


Moriría por esa sonrisa.


Sigue sin haber mensajes…


Pensé en llamarle, quizás disculparme por ser tan “aventada” anoche. Soy una cobarde, lo sé, pero no me atrevo a marcar su número. Además, él prometió en contactarme cuando esté listo.


Así que esperaré, paciente.


Yo sé que podría pasar casualmente por su casa. Sólo para ver si está en casa. Quizá salió. Eso explicaría por qué no ha podido llamarme aún. Solo vive a media hora. Quizá es tímido y tiene miedo de llamarme. Tontito, voy a tener que ir con él para decirle que no tiene porque estar asustado. No me importa si necesita tiempo.


Él vive en un lugar bastante alejado en las afueras del pueblo. Puedo escuchar a las ovejas en los establos, mientras me acerco. Mi corazón se acelera cuando veo luces brillando dentro la casa. Debe estar ahí, él me dijo que sus padres estarían fuera el fin de semana. Lo dejaron cuidando las ovejas por estos días. Pobrecito, debe ser un trabajo duro. Probablemente ha estado muy ocupado para llamarme. Tendré que quedarme aquí hasta que sus padres regresen y lo ayuden a cuidar estas ovejas.


Toco la puerta, pero él no responde. Quizá se quedó dormido. El pensar en su hermosa cara, más suave por el sueño, me hace sonreír. Trato de abrir la puerta; está abierta. Rara vez hay crímenes por estos lugares, así que supongo que no es necesario cerrar con llave. Entro calladamente en la casa.  ¡Quiero sorprenderlo! Me detengo con cada rechinido del piso de madera mientras me adentro en la casa y subo las escaleras lentamente. Finalmente llego a su recamara, y con cuidado, abro la puerta.


Ahí está él, como lo supuse. Enciendo la luz de su escritorio para poder ver su cara. Sus hermosos ojos azules están abiertos, mirando hacia el espacio, y toda su cara es un desastre sangriento. La piel de sus cachetes ha sido removida por completo, y está colgando de su cabeza. No tiene tampoco las uñas de sus manos, las cuales están arregladas cuidadosamente a su lado. En su pecho, hay un mensaje grabado en su piel.


Lo veo, con mis manos cubriendo mi boca.


Esta exactamente como lo dejé ayer. Debe haber estado tan cansado, que ha dormido todo el día.


¡Qué lindo!


Suavemente, le doy un beso en su frente, asegurándome de no despertarlo. Entonces escribo otro mensaje debajo del que está en su pecho, haciéndole saber que estaré aquí cuando me necesite.



Abandono el cuarto, y me dirijo hacia afuera. Creo que es hora de que las ovejas duerman también. Y mañana, conoceré a sus padres. ¡Estoy segura de que me amarán también!



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