miércoles, 18 de abril de 2012

Las puertas al infierno.


Las sábanas se le pegaban al cuerpo. Se pasó la mano por la frente y notó que estaba empapado en sudor. 
Fernando se sentó en la cama y suspiró. Ya no podía dormir más con aquel calor. Se levantó a chequear el aire acondicionado; no funcionaba. 


- Lo que me faltaba, se cortó la luz -murmuró Fernando al comprobar que la lámpara no encendía-. La habitación no estaba muy oscura. Desde la ventana entraba bastante luz. Fernando supuso que estaba por amanecer. Salió del cuarto y fue hasta la cocina. Al abrir la nevera se llevó una desagradable sorpresa; estaba vacía. 


- ¡Pero qué diablos…! 


Fue a tomar agua del grifo pero no salía ni una gota. Buscó por todos lados, sentía mucha sed. Cada vez estaba más acalorado y no encontraba algo para beber. 
Terminaba de revisar la despensa cuando se dio cuenta que no estaba solo. En una esquina de la cocina había un ser de rasgos demoníacos; tenía cola y cuernos, y una cara tan horrible, tan grotesca, que hizo que Fernando huyera hacia su cuarto.


Apenas entró trancó la puerta. La habitación estaba completamente iluminada. Desde fuera llegaba un resplandor muy fuerte. Fernando fue hasta la ventana y corrió la cortina; lo que vio lo llenó de terror. 
Otros seres parecidos al que estaba en su cocina, caminaban entre llamaradas de fuego. Entre las llamas se retorcían personas o partes de ellas. Nada moría en aquel lugar; solo sufrían eternamente: Era el Infierno.




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